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Crónicas de los 50


AMIGO PEPE
Por Antonio Sernández López
 

 
         Era Pepe, hijo de Daniel y Sara,  una buena persona con una personalidad muy especial por su manera tan particular de ver el mundo y la vida. Para él, el mundo quedó parado en los años 60. Su casa era igual en los años 50 que en el año 2000. Ni calefacción, ni agua caliente, ni televisión, ni otras cosas que no voy a enumerar. Si es cierto que su casa estaba siempre superlimpia, su hermana Celia se encargaba de ello. Sus únicas mujeres fueron su madre Celia y sus hermanas Adelina, Celia y Alsira. Tuvo un hermano, Daniel( Nelín) que  murió en un accidente de trabajo cuando se estaba construyendo la Cooperativa de vinos de Cacabelos. No tenía grandes amigos, pero se llevaba bien con todo el mundo. Era un gran trabajador. Mucha gente del pueblo solicitaba sus servicios que hacía con esmero e ilusión. Decía que a él nunca le faltó trabajo. Sus peores compañeros fueron el tabaco y el vino ( no bebía ningún otro tipo de  alcohol). Yo nunca lo vi borracho. Era Pepe el dueño del último varal que hubo en Carracedo.

          Del vino decía “ nunca xe hay viño malo, tíraxeye mais ou menos gaseosa”. Con un carretillo, de los años 50, iba, cada poco tiempo, con dos garrafones a por  vino a la Cooperativa de Cacabelos. Sin enfadarse, me decía que no entendía que llevando todas las uvas de su pequeña viña a la Cooperativa, cuando le enviaban la liquidación tenía que pagar  y no cobrar. Pepe, dentro de su bondad y pocas matemáticas, no se daba cuenta que gastaba, en su consumo, todo el vino de su viña y parte del de la vecina.

          Todos los días de invierno, cuando Pepe llegaba a su casa y antes de entrar en ella, en un pequeño  cuarto, construido  con cañas y barro, que tenía en el patio de la misma, hacía un pequeño fuego que terminaba en un borrallo, así le llamaba él,
Para calentarse los pies. Cierto día estábamos  Pepe y yo sentados en dos  banquetas.  calentándonos al borrallo hablando de cosas del pueblo. Celia, su hermana, nos escuchaba y , de vez en cuando, decía “mentira Pepe”, “ eso nun eu asi”, “ nun sabes u que dices”. De repente, como movido por un resorte, Pepe se empicó (levantó) y sus dedos índices casi penetraron en los ojos de su hermana Celia, al tiempo que le gritaba”¡ Celia, cuando dous homes están hablando, ninguha muyer debe poñerse a escuitar!”. Pepe no tenía nada de machista. Era así.

          El bueno de Pepe decía no creer en los bancos. El dinero que cobraba por los trabajos que hacía lo iba metiendo en una caja. Así fue reuniendo no se cuanto dinero. Un mal día, mejor dicho un buen día, para él le dio vuelta  la caja del dinero, de manera que el dinero que había encima se depositó en la parte baja de la caja y el que había debajo en la parte alta. Para ir a la tienda cogió mil pesetas y “ el gran susto llegó”. El dinero estaba caducado y con él no se podían hacer transaciones comerciales. Llegó a mi casa, con la cara transfigurada, me contó lo que le había pasado. Lo llevé al banco y le solucionó el problema cambiándole el dinero y abriéndole una cuenta. Sin embargo su desconfianza con el banco no desapareció. Al poco tiempo tuvo que ir al banco por 1000 pesetas, dérunmas me dijo Pepe, pero num entendo, ya que: “ Delante de min, cuando estaba na cola, un home deixou un montón de billetes, cuando xeguein a taquilla déronme a min as mil pesetas de aquel montón, aun nun entendo,”, ¿ A quen ye deron as miñas perras? Pepe no veía claro que su dinero estuviera  seguro en el banco.

          Muchas mas anécdotas podría contar del amigo Pepe.





UN DÍA CON D. SANTIAGO
Por Antonio Sernández López

          No recuerdo exactamente cuando D. Santiago vino para Carracedo. Pudo ser en el curso 1952/53. Tampoco recuerdo cuando se fue. Se que estuvo mas de 30 años. Tampoco se  cuales eran sus estudios. Con el tiempo  me di cuenta que fue un buen maestro, con grandes conocimientos, tanto en ciencias como en letras, aunque tuvo , siempre desde mi punto de vista, un defecto: la indiferencia que tomaba con algún alumno, semiolvidándose de él,  por desacuerdo con sus padres o por comportamiento del mismo alumno. Esta indiferencia le ocasionaría mas de un problema. Era D. Santiago un maestro muy exigente, por ello un poco duro. Eran otros tiempos. Los padres tampoco eran muy blandos.

          Era miércoles de una semana cualquiera del curso 1952/53. Tocaba catecismo, como todos los miércoles, páginas 18/19 del catecismo del Padre Astete, el Misterio de la Encarnación.

          El corazón nos latía mas fuerte que de costumbre. A las diez menos diez aparecía D. Santiago enfundado en su abrigo, modelo anterior a la guerra, en  zapatillas metidas en unas madreñas. La cabeza, calva,  tapada con una gorra. Su  paso era lento pero seguro. No recuerdo que fuera cojo, pero si que andaba un poco ladeado.

          Los niños aprovechábamos, detrás de la capilla de S. Isidro, para copiar, unos de otros, los deberes que el día anterior había escrito en una de las pizarras de un niño. Verdadero terror entrar en clase sin los deberes hechos.

          Al toque de sus palmas todos entrábamos en clase. Rezábamos unas oraciones. Colocábamos las pizarras en la parte superior, derecha e izquierda, de la mesa bipersonal. Los asientos  eran unos  pequeños bancos. Algunas mesas tenían asientos abatibles. Durante media hora, mientras estudiábamos el catecismo, el maestro, mesa por mesa, revisaba las pizarras. De vez en cuando caía algún coscorrón.

          A la pregunta, que iba haciendo a cada alumno, ¿ Cómo se obró el misterio de la encarnación? Había que contestar, sin fallo.
“ El misterio de la encarnación se obró de esta manera: en las entrañas de  la Virgen María formó el Espíritu Santo, de la purísima sangre de esta Señora, un cuerpo perfectísimo; crió de la nada un  alma, y la unió a aquel cuerpo; y en el mismo instante a este cuerpo y alma se unió el Hijo de Dios, y de esta suerte el que antes era un sólo Dios, sin dejar de ser Dios quedó hecho hombre”.
-Si acertabas, te felicitaba , bajando y subiendo la cabeza.
-Si te equivocabas, ¡ Sin recreo!

          A las once y media, los que no estaban castigados, salían de recreo. Recuerdo que todos íbamos, no había servicios, a orinar a la pared oeste de la capilla de San Isidro, pared que casi estaba perforada de tanto bombardeo urinario. El recreo se utilizaba para jugar al balón o a la cachetina contra el frontal de la capilla.

          Nuevamente sonaban las palmas de D. Santiago, eran las doce y el recreo había terminado. Todos corríamos para clase. Tocaba aritmética: la raíz cuadrada. Tenía D. Santiago cierta habilidad para enseñar a realizar la raíz cuadrada. Yo, como maestro que fui, siempre la enseñé como él me la había explicado. También nos enseñó a resolver la raíz cúbica. Nunca conocí a un profesor que lo hiciera como él.

          El miércoles por la tarde tocaba Temalibre. Tenía D. Santiago un libro con personajes famosos. Con letras góticas o sombreadas, en gran tamaño, ponía en la parte superior del encerado ( Una lona pintada de negro) el nombre del personaje del día. Cuadriculaba un trozo del encerado y pintaba la figura del mismo. En nuestro cuadernos lo reproducíamos ¿ Tiene alguien algún cuaderno de aquella época? Terminaba la tarde escribiendo un texto relativo a la vida del personaje. Texto que teníamos que aprender. Con D. Santiago la memoria no se atrofiaba.

          Si yo tuviera que valorar a D. Santiago, lo haría positivamente, ya que lo positivo dominaba lo negativo.


 
LOS VELORIOS DE LOS 50
(Por Antonio Sernández López)

          Llevaba tiempo enfermo, ya no salía de casa y apenas probaba vocado. Era un vecino de cualquier barrio ( San Martín, San Juán, La Colonia, La Roda y El Teso) de Carracedo del Monasterio.

          Era, aproximadamente, medio día de cualquier mes del año, cuando, de repente, se empezaron a oír lloros, quejidos y frases entrecortadas que salían de la casa del vecino que hasta entonces permanecía enfermo. Había muerto.

          El pueblo se enteraba de la muerte de un vecino por el toque de las campanas. Se decía “ están encordando” y casi al momento la gente sabía si era hombre o mujer. El sonido de las campanas, alternando la grande con la pequeña, empezaba sonando lentamente para ir aumentando la cadencia hasta oír sólo una campana. Si este toque  se repetía dos veces el muerto era un hombre. Si el toque se repetía tres  era una mujer.

          Poco a poco se iban  acercando la mayoría de los vecinos del barrio con el fin de tranquilizar a la familia y prestarse voluntarios para lo que fuera menester. Lo primero era llamar al sr. cura, D. Celso, para administrarle la Extremaunción, por si su alma la necesitara y no se le hubiera administrado con anterioridad. Los lloros y lamentos se repetían  cada vez que llegaba a casa algún familiar. La mayoría de los lloros mas que por sentimiento se producía por cumplir ya que aparecían vecinos que llevaban años sin hablarse.

          No recuerdo que, como se hace ahora,  hubiera que llamar al médico para que certificara su defunción. Pienso que el muerto estaba bien muerto y ya no precisaba mas requisitos. Recuerdo que se le acercaba un espejo a la boca para ver si todavía respiraba soltando un poco de aliento sobre el cristal.

          El acto siguiente era ir a Cacabelos, mueblería Santos, que también vendía ataúdes, a  comprar  uno. El traslado del mismo hasta la casa del finado se hacía en carro o atado en una caballería. La tienda lo único que hacía era vender las cajas, no llevarlas a domicilio. El resto del papeleo, que no era mucho, tenía que hacerlo  la propia familia.

          Seguidamente se vestía al difunto y se colocaba en el ataúd. Entre sus manos se colocaba un pequeño crucifijo o un rosario, que se le  quitaba al momento de cerrar el ataúd. En la cabecera, aparte de las flores,  se colocaban dos cirios ( dos velones de unos 5 cm de  diámetro y 50 de altura) y un gran Cristo procedente de la Iglesia. Alrededor del ataúd se colocaban unas sillas y unos bancos para familiares, vestidos todos de negro.

          Con todo preparado  se abrían las puertas para qué la gente le diera el último  adiós. A lo largo del día solían acercarse las mujeres. En ningún momento el cadáver quedaba solo. Siempre  había alguien velándolo. Al caer la tarde casi siempre se acercaba el sr cura para rezar un rosario. Por la noche la mayoría del pueblo se acercaba a casa del difunto. Las mujeres, normalmente, permanecían en el interior de la vivienda. De vez en cuando alguna mujer rezaba un rosario. La mayoría de ellas sabían hacerlo. Los hombres, alrededor de una hoguera,  permanecían en la parte exterior de  la vivienda. De vez en cuando un familiar del difunto pasaba con una jarra llena de vino invitando a los hombres que permanecían al  lado de la hoguera. Lo que empezaba como un verdadero velorio, con tanto paso de jarra, terminaba siendo un pequeño jolgorio.

          La familia tenía que ponerse de acuerdo con Benigno, el enterrador, para hacer la fosa. Sólo algunas familias, las mas adineradas, tenían panteón , hecho con cemento y con mármol.  El resto se enterraban en tierra. El enterrador hacía la sepultura, con sumo cuidado iba sacando los huesos del muerto anterior, que colocaba en un pequeño montón para, posteriormente, volver a enterrarlos.

          Al día siguiente, casi siempre por la tarde, se procedía al entierro. La salida del cadáver de su casa, posiblemente fuera el momento mas triste. Los lloros y lamentos se producían con mas fuerza. Era la salida definitiva de aquel que había vivido, en su casa, tantos años. Familiares y amigos, en unas andas, portaban el ataúd hasta el cementerio. Los muertos de San Martín y Las Colonias había que sacarlos, sin sacerdote, hasta el campo de Las Escuelas. La comitiva fúnebre se formaba con el ataúd  en la parte central. En la parte delantera iba un gran Cristo y  detrás del féretro el Sr cura, acompañado del sacristán ( Salustiano o el tío Emilio).

          Recuerdo  que todos los rezos y oraciones  relativas al caso se hacían en latín. En cada cruce de caminos se hacía una  parada, se rezaban unas oraciones y, el sacristán, pasaba el bonet, sombrero del cura  de cuatro picos, en el que la gente iba depositando sus limosnas. Llegado al cementerio, tras unos rezos especiales y la bendición de la tumba, se introducía el ataúd en la fosa, se colocaban los huesos que habían sido extraídos de cadáveres anteriores y se procedía a taponar la fosa con tierra. Finalizaba el entierro colocado flores  encima de la tumba. Antes de introducir el ataúd en la tumba se despegaba la  cruz que acompañaba a todas las cajas, se le entregaba a los familiares que la colocarían en un lugar privilegiado de la casa. Una pequeña cruz de hierro, con el nombre del muerto, presidiría la tumba durante muchos años.

          Recuerdo que había entierros de  3ª, 2ª y 1ª, dependiendo del número de sacerdotes, uno para los de 3ª, dos  para los de 2ª y mas de tres para los de 1ª, que  acompañaban al muerto. Dos o tres días después se celebraba el funeral. Nunca se hacía el día del entierro. No se por qué no se podía decir misa por las tardes. Naturalmente el precio del entierro dependía de la clase.

          Los cirios que, durante el velorio, habían alumbrado el cadáver, se llevaban a la Iglesia, había un lugar ya dedicado a velarlos. Aproximadamente duraban un año. Cada familia tenía su reclinatorio. Durante todo ese  tiempo, padres, hijos, nietos y hermanos mantenían un riguroso luto ( las mujeres totalmente vestidas de negro y los hombres colocaban una cinta negra en la manga de la chaqueta o, si vestían traje, con corbata negra). Durante el año que duraba el luto, no se encendía la radio, las ventanas permanecían entreabiertas y no se hacía ningún tipo de festejos. El rosario, por el difunto, se rezaba, en familia casi todos los días. Yo lo hice muchas veces.

          Había familias que estaban toda la vida de luto ya que si no se moría un abuelo, lo hacía un padre o un hermano

 
LOS CONCELLOS DE LOS 50
(Por Antonio Sernández Lopez)

          Ayer, 03 de diciembre de 2016, leí un edicto de Azucena Fernández Amigo, Presidenta de la Junta Vecinal de Carracedo del Monasterio, que decía:

          “ Con motivo de explicar el acuerdo aprobado por la Junta Vecinal de la Pedanía de Carracedo del Monasterio, celebrada en fecha 28 de Noviembre de 2016, en la que se trataron asuntos referentes a las normas urbanísticas municipales y el interés por retomar el diseño de un nuevo planteamiento urbanístico para el municipio de Carracedelo, se convoca concejo público para el día  11 de diciembre de 2016 a las 11:30 con el fin de informar de este acuerdo a los vecinos de la localidad de Carracedo del Monasterio. Lugar: La Casa del Pueblo. En Carracedo del Monasterio a 02 de Diciembre de 2016. Firmado, la Presidenta Azucena Fernández Amigo”·

          Vienen a mi recuerdo aquellos concellos ( Concejos) de los años 50, cuando era  presidente del pueblo el Sr. Antonio Romero, acompañado de dos o tres vocales, que se cambiaban cada cuatro años.

          Un Domingo cualquiera, con D. Celso Sanroman de sacerdote, sonaba la campana para ir a misa. Iba a misa el 80% de la gente del pueblo. Terminaba el toque de campana y, pasados dos o tres minutos, volvía a sonar. Anunciaba que, después de misa,  habría concello, (en otros pueblos se llamaba acuerdo o hacendera). Delante de la casa parroquial se formaba un corro, con Antonio en el centro que leía o mandaba leer, yo leí muchas veces, las notas que el Sr.  Delfín Pacios, Alcalde, durante muchos años, del Ayuntamiento de Carracedelo, le enviaba . La gente daba sus opiniones, bien o mal, dependiendo del asunto tratado.

          En aquella época no había máquinas, todo se hacía a mano  o con la ayuda de los animales. Cada pueblo, no se si había alguna ayuda por parte del Ayuntamiento, tenía que arreglarse por su cuenta.

          El Presidente con sus vocales, cada dos o tres meses, recorrían los caminos del pueblo y tomaban nota de los arreglos que había que ir haciendo. También recogían las sugerencias que los vecinos les  iban haciendo.

         Parte  del pueblo casi todos los años se veía inundada por los desbordes de las presas de La Magariña, procedente de Camponaraya  y del Colector, procedente de los Magaces, estropeando la mayoría de los caminos.  El Sr. Presidente y los vocales llevaban al Consejo Público, la situación producida por las citadas inundaciones y se estudiaba la forma de solucionarlas.



Crecida del Colector

         Tocan a Misa, pasados dos o tres minutos, vuelven a sonar las campanas. Todo vecino se da cuenta que, vaya o no a misa, tiene que acudir al  Concello.

          Como siempre, en corro y con el Sr. Presidente en el centro, se acuerda arreglar un camino, para ello el Sr.Presidente cita las familias que tendrán que acudir con su carro, los que tendrán que acudir con sus caballerías y los que acudirán con picos, palas, azadas y azadones. Todo quedaba, no se donde, muy bien anotado, para que la próxima vez no volvieran a repetir los mismos. Todo ello era de  obligado cumplimiento. Al que no acudiera a la llamada del Sr. Presidente, sería sancionado.

          A continuación y a mi manera, basándome en los recuerdos que tengo de aquellos concejos, voy a escenografiar uno de ellos:

-Sr. Presidente.- Bois días, chega u momento da gadaña e acarrea da herba. U camiño do Brazal , por culpa das crecidas, está muy mal. Eu pensó que temos que arreglalo. ¿ Qué vos parece?

-Pueblo ( casi a coro).- Teis razón. Hay que arreglalo.

-Sr. Presidente.-  Pois si estamos de acordo vou a decirbos u que ten que facer cada un ( Así fue nombrando los carros con sus parejas, las caballerías y los hombres con picos, palas, azadas y azadones). Tamén pensamos que u 26 de este mes podemos facer o traballo.

-Un vecino.- Eu penso que nun e bon día u 26. Muita xente vay a feira a Cacabelos a vender ou a comprar vacas ou marranos.

-Pueblo.- Pois teis razón.

-Sr.Presidente.- Nun me acordaba que era feira en Cacabelos. ¿ Que os parece  si u deixamos pa o día siguiente?

´Pueblo: Fagámolo así.

-Otro vecino.- A min dixésteme que tenía que ir cas vacas yu carro. Unha das vacas está pa parir un día destos en nun vou  poder levála.

-Tercer vecino.- Nun te preocupes vou eu, ya irás tu cuando me toque a min.

-Sr.Presidente.- ¿ Algún problema mais?

-Pueblo: Non.

-Sr.Presidente.- Entonces u día 27 as nove da mañana, todos estaremos na  Costa da Xente.

De esta forma, concello tras concello, se iban arreglando caminos, presas, senderos, etc. Aunque , de vez en cuando, surgían pequeñas disputas, siempre  terminaba haciéndose el trabajo propuesto


La vida en Carracedo en los años 50 del siglo xx
( Desde  “El Varal)
Por Antonio Sernández López

Vivimos en unos tiempos donde está de moda rememorar, en cada pueblo, aquellos acontecimientos históricos ocurridos en el. Yo también quiero recordar, brindándoles un pequeño homenaje, a aquellas personas, ya desaparecidas, que mediado el siglo XX, hacían de Carracedo un pueblo vivo.

Aquellas gentes no tenían ocho horas de jornada laboral. Su jornada era de 16 horas, los siete días de la semana. A las seis de la mañana ya se escuchaba el rodar de los carros o el caminar de los animales, dirigiéndose a las fincas, por los maltrechos caminos. Volvían a casa con el sol ya puesto, pero el trabajo todavía continuaba un par de horas, ya que había que atender a todo tipo de animales que había en casa y que eran indispensables para la supervivencia familiar. En la mayoría de los casos la esposa acompañaba a su marido en las labores agrícolas. Los niños iban a la escuela, siempre que no fueran necesarios en las tareas del campo; muchos días comían solos; cuando regresaban de la escuela de la tarde tenían que realizar las tareas encomendadas por sus padres, tales como: ir de pastores, limpiar las cuadras, preparar la comida de los animales, etc y todo ello sin rechistar.


    En los años 50 Carracedo no era un pueblo rico, tampoco pobre, debido a la gran extensión de terreno de regadío que tenía. La presa de los molinos, que nace en San Martín y muere en Carracedelo, hacía que Carracedo dispusiera de una hermosa pradería y una buena vega con fincas de tabaco, patatas, etc. A orillas del río Cua, aunque también había pradería, dominaban los chopos para la construcción y los alisos, salgueiros y otros árboles para alimentar las cocinas , algunas todavía de suelo. Otros dos pequeños cauces, con buenos cangrejos, que se secaban en verano, daban lugar a los lameiros  a orillas de la Magariña y los huertos a los lados  del Colector. La parte de secano, que era bastante grande, no funcionaba todavía el canal Bajo del Bierzo, estaba ocupada por las viñas en las partes altas y por los cereales en las Colonias y en el Fabero.

   Los caminos ¡ vaya caminos¡ estaban sólo preparados para carros, caballerías y peatones. Hacia Narayola salía un camino solo transitable en verano, en invierno se llenaba de pequeñas lagunas que lo hacían intransitable. El camino de Carracedelo era estrecho, lleno de baches, malo pero muy bonito y agradable, ya que se introducía, casi como un túnel, entre dos beirones que cepillaban los carros cuando pasaban cargados de hierba o cereal. El menos malo era el que iba a Cacabelos, por este, aparte de carros, caballerías y bicicletas, circulaban tres camionetas y un pequeño coche de madera, famosos en aquellos tiempos. La del Portugués de Cacabelos, casi siempre cargada de carbón de islan. La de Darío Osorio, que conducía Jovino, que, casi siempre, iba cargada de bullo ( orujo) para fabricar aguardiente. La camioneta de Isidoro, de San Martín, se dedicaba a todo tipo de transportes, incluso la convertía en transporte de viajeros colocando un toldo encima de la caja. El coche de madera, el taxi del pueblo, era conducido por Gorgonio y por Hortensio, ocurría algunas veces que en vez de llevar el coche a la gente, tenía la gente que llevar al coche. Los caminos buenos eran los de la Colonia, superficie robada, a principio del siglo XX,  al monte y, por Colonización, convertida en extraordinarias parcelas; todas tenían su casa vivienda y, en casi todas, había una o dos norias que, sacando el agua desde 7 o mas metros, servía para regar parte de la finca.

   Exceptuando al cura, D.Celso, y al maestro ,D.Ismael o D. Santiago, el resto de las familias vivían todos, con pequeñas diferencias, de lo mismo: Una pareja de vacas que, aparte de realizar los trabajos agrícolas, producían terneros y leche para la venta, algunas veces para el consumo. Dos o  tres cerdos, de los que uno o dos se vendían, algunos hasta vendían los jamones de los que se mataban en casa. Burro, burra o caballo para realizar pequeños trabajos agrícolas y transportar pequeñas cargas. Gallinas, pollos y conejos formaban la granja de todas las familias, incluso del cura y del maestro. Algunos padres de familia acudían a trabajar, en bicicleta o a pié, a la fábrica de cementos Cosmos en Toral de los Vados o a la térmica de Ponferrada.

Las viviendas eran muy deficientes, algunas tipo palloza. La comida se cocinaba en el fuego de suelo. Del techo de la cocina colgaba una cadena, llamada gramalleira, de la que se suspendía el pote. Al lado siempre estaba el fuelle para avivar el fuego. Las habitaciones solían ser pequeñas y oscuras. Las camas de hierro y los colchones de paja de maíz. En muchas casas no  había luz eléctrica, se alumbraba con candiles de petróleo o carburo, en otras solamente podía  haber dos tres bombillas de 25 w. En la parte alta de alguna pared se practicaba un ventanuco donde se colocaba una bombilla que iluminaba, a la vez, dos o tres habitaciones. En el cuarto de baño, las pocas casas que lo tenían, sin agua corriente, lo ocupaban un palancanero y un jarrón con  
agua para lavarse. Las necesidades mayores se hacían en las cuadras o en el campo, limpiándose con las primeras hierbas que uno encontraba. Debajo de cada cama se colocaba el orinal, que al día siguiente, para ventilarlo, adornaba las ventanas traseras de la vivienda.
  
  Sin embargo, a pesar de tanta miseria, la gente era feliz. Por las noches se reunían las familias, contaban chistes, jugaban a las cartas, cantaban y se comentaban las cosas del pueblo. Los sábados, por la noche, se formaban grupos que recorrían las oscuras calles del pueblo, visitaban las bodegas y cantando canciones populares. 


 UBALDO NIETO DE ALBA


 NOTAS, ESCRITAS POR SI MISMO, DEL CURRICULUM VITAE  DE D.UBALDO NIETO DE ALBA DIRIGIDAS A SU SOBRINA ANUNCITA.

   1. En agosto del 36 nos fuimos a vivir a Carracedo: El abuelo Benito era el Alcalde del Ayuntamiento y el de Carracedo (Francisco de Alba) era el Juez de Paz. En Ponferrada continuó mi hermana que había ingresado en el instituto.
   2. Cuando cumplí los 14 años, ya casada  mi hermana, volví a Ponferrada sólo para aprender un oficio. Como quería ser mecánico mi padre habló con Pispis y me fui a su taller. Sólo estuve una semana, pues no se me daba bien el oficio y, además, descubrí que aquello no me gustaba.
   De regreso a Carracedo, el maestro me dijo que, aunque ya había cumplido los 14 años, podía seguir en la Escuela. Además yo le ayudaba a dar clase a los de la Primera sección que no sabían leer ni escribir. 
   Como mi padre me decía que tenía que aprender un oficio o poner algún pequeño negocio. Yo pensé que podía ser fotógrafo. Así es que me llevó a León, me compró la mejor máquina de hacer fotografías y me dejó unos días para que aprendiera en los laboratorios de la GAFA DE ORO en León. Gané un poco de dinero y, cuando regresamos nuevamente para Ponferrada, el laboratorio lo monté en Ponferrada. Por otra parte, la Gafa de ORO de León, que me había oído hablar de Ponferrada, no tardó en montarlo para una hija y su yerno. Por otra parte, a mí tampoco me llenaba mucho eso de la fotografía. En esa etapa fue cuando conocí a Emilia Valiño y le enseñé a revelar carretes y hacer copias. También le presté mi máquina.
    3. Como en Ponferrada habían una Academia (CASMAR) para estudiar la Carrera de Comercio, allí me fui: a estudiar Contabilidad y otras materias que me permitieran un trabajo de oficina. Cuando llegó junio los que estudiaban la Carrera se fueron a León a examinarse, pero yo no estaba matriculado. Fue el Director de la Academia el que me animó a estudiar la Carrera que entonces era cinco años el peritaje y dos el Profesorado Mercantil.
   Yo tenía ya 16 años y mi padre no estaba muy animado. El Director de la Academia fue conmigo a Carracedo y después de una larga conversación dijo que disponía de 500 ptas. Esto era suficiente para matricularme en septiembre de la mitad de la carrera y para el próximo curso el resto. Así que en septiembre del año siguiente ya era Perito Mercantil (5 años). Ello animó a mi padre y me permitió ir a León a estudiar el Profesorado Mercantil en la Academia Becker donde en un año hice los dos Cursos de Profesorado, si bien en la Academia continué otro año más para adquirir una preparación que me permitiera poner una asesoría fiscal en Ponferrada. En esta Academia me concedieron el Diploma de Honor de mejor alumno.
   4°. En este tiempo, yo descubrí que lo que a mí me gustaba era ser Catedrático y dedicarme a la enseñanza. Para ello tenía que culminar la carrera en la Escuela de Altos Estudios Mercantiles en Madrid. Así que en septiembre me matriculé de la rama Actuaria! que exigía aprobar un ingreso de matemáticas y, después de dos años de carrera había que hacer una tesis. Esta carrera la terminé con Premio Extraordinario y me permitió ser profesor ayudante de Cátedra y, posteriormente, Catedrático de Escuelas de Comercio en Salamanca. Pero como yo quería ser catedrático de Universidad me hice la licenciatura y el doctorado en Ciencias Económicas, por la Universidad de Madrid, también con premio extraordinario.
   Todo ello, lo simultaneé con oposiciones ganadas con el n° 1 y, que me permitieron quedarme en Madrid. En mi trayectoria profesional también estuve en el antiguo Instituto Español de Emigración en aquellos años en que emigró mucha gente a los países de Europa. También en el antiguo instituto Nacional de Previsión.
. Mi etapa de Senador ya la conoces y, en esos momentos, yo ya no estaba en activo, salvo la cátedra, de los cuerpos de la Administración. Tenía mi despacho profesional. Despacho que cerré cuando fui elegido por el Senado, pasé a ser Consejero del Tribunal de Cuentas en 1982. La segunda vez fui elegido por el Congreso y la tercera vez otra vez por el Senado. Dentro del Tribunal fui elegido Vicepresidente y, posteriormente, Presidente po~eces, cargo que desempeñé durante diez años.
6º. Las condecoraciones que figuran en el currículum que te acompaño responden a mis distintas etapas. 

Homenaje, del Ayuntamiento de Carracedelo, a  Ubaldo Nieto de Alba el 09/05/2004
I.- TÍTULOS
a.- Profesor Mercantil por la Escuela Superior de Comercio  de León (1950).  Diploma de Honor de la Academia   
 b.- Actuario de Seguros, con Premio Extraordinario Final de Carrera, por la Escuela de Altos Estudios Mercantiles de Madrid (1954).
  c.- Doctor y Licenciado en Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales, con Premio Extraordinario, por la Universidad de Madrid (1960).
II.-PERTENECIÓ( ACTUALMENTE  JUBILADO) A LOS CUERPOS DE :
a.- Catedrático Numerario de Escuelas Universitarias de Estudios Empresariales.
   b.-Catedrático Numerario de Economía Financiera de la Facultad de C.C. Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense.
   c.- Inspector de Finanzas del Estado del Ministerio de Economía y Hacienda. Cuerpo Superior de Estadísticos del Estado del Instituto Nacional de Estadística.
Censor Jurado de Cuentas.   
   d.- Profesor del ICADE (1963-1973) (donde estudió Lázaro).
 Profesor del CUNEF (1974-2002) (donde estudió otro hijo de Geña).

III.- MIEMBRO DE: La Real Academia de CC. Económicas y Financieras de Barcelona. Medalla de Oro del Ilustre Colegio de Economistas de León y Titulado Mercantil y Empresarial del año 1998 del Colegio de Madrid.
IV.- CARGOS DESEMPEÑADOS:
   a.- Jefe de Estudios Económicos en la D. G. de Política Finanéiera del Minis- 
terio de Hacienda (1966- 1968). 


   b.- Decano de la Facultad de C.C. Económicas y Empresariales de la Univer- sidad Complutense (1970- 1973). 


   c.- Subdelegado General del I.N.P. (1978). 


   d.- Senador por León (1977- 1982) (UCD). (Constituyente y Primera Legisla- 
tura), durante la cual se promovió la creación de la Universidad León. 


   e.- Presidente de la Comisión de Economía y Hacienda del Senado (1977 - 1982). 

Consejero del Tribunal de Cuentas desde 1982. Presidente de la Sección de Fiscalización del Tribunal de Cuentas de España (Del 27 de diciembre de 1994 a diciembre del 1997).

   f.- Presidente del Tribunal de Cuentas y Secretario General de la Organización de las Entidades Fiscalizadoras Superiores de Europa (EURO-SAl), en la que se integran 41 Entidades Fiscalizadoras Superiores de Europa. (Del 23 de diciembre de 1997 a diciembre del 2007). 


V.- CONDECORACIONES:
   a.-
Encomienda con Placa de Alfonso X el Sabio: De la etapa de Catedrático y Decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Complutense de Madrid).
   b.- Cruz azul, categoría Oro, de la Seguridad Social (de mi etapa de Subdelegado General del antiguo INP).
   c.- Orden del Mérito Constitucional (mi etapa de Senador).
   d.- Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica (de mi etapa de Presidente del TCu.)


Ubaldo, con Antonio, en una de sus  asiduas visitas a “ El Varal” ( Museo etnográfico agrícola de Carracedo del Monasterio) ( León)
Murió en Madrid el día 12 de diciembre de 2018 q.e.d.

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             LA NOVIA DE MI ABUELO
                                                              ( Por Manuel Yebra Fernández)

Ha muerto mi padre y regreso a mi pueblo. Un pueblo hermoso en la rivera del Cua, con las ruinas de su monasterio, entre cuyas piedras, he jugado de niño. Recuerdo a mi maestro don Santiago con su calva ominosa que tapaba cruzando el poco cabello de un lado. Mi otro maestro el de verano: Antonio, que nos daba clase en una casa vieja frente a la era.   Hace años que no piso sus calles, la vida me ha llevado  muy lejos de allí, pero mis recuerdos de aquella época están frescos. Será que ya soy mayor y  vivo mas en el pasado que en el presente.  Las figuras centrales de mi infancia son mis abuelos. Mas bien mi abuelo que mi abuela, pues aquella murió cuando  yo era  muy pequeño, aunque si conservo su imagen  de un cuadro que presidia el salón: La foto de mis abuelos el día de su boda. Mi abuelo era un hombre atractivo, bigote inglés y mirada retadora. Mi abuela tenía los  ojos diminutos  y nariz ganchuda, con rostro decrépito, para ser sus años mozos.  Siempre me llamó la atención aquel contraste. Un día le pregunté a mi padre como es que el abuelo se había casado con una mujer tan fea. Mi padre no se dignó responder, por lo que entendí que no debía de preguntar  esas cosas, así que recurrí a los criados, ellos con promesa de guardar secreto  me contaron la historia: “El abuelo entró de sirviente en la casa. Era  guapo y resuelto. Todas las mozas del  vecindario y pueblos aledaños suspiraban por él, . No esquivaba ninguna pelea  y tenia fama de temerario. Como he dicho había rondado a muchas chicas, pero una muchacha de Cacabelos había conquistado su corazón. Cuando terminaba su trabajo se aseaba, se ponía el traje del domingo e iba  a visitarla. Era una chica hermosa  de tez blanca. Ya se habían comprometido y todo el mundo pensaba que serían una pareja feliz. “¡Daba gusto verlos pasear juntos! ¡Eran los dos tan guapos!”.

Cuentan, que un día, que mi abuelo se estaba preparando para visitar a su amada, le salió al encuentro mi abuela y le espetó sin mas: “Andas buscando fuera lo que tienes en casa”. El resto de la historia es confuso, pero, el resultado es que mi abuelo se casó con mi abuela. Dicen  en el pueblo:”Entrou de criau y salíu de amo”.

La imagen que tengo de mi abuelo, es la de un hombre huraño y malhumorado, procuraba no acercarme mucho a él. Nunca recuerdo un gesto cariñoso por su parte, aunque es verdad que siempre me llevaba a la feria de Cacabelos. Íbamos en el viejo camión Barreiros que conducía Jobino. Lo arrancaba dándole a la manivela o tirándolo por la cuesta abajo. En la feria, mi abuelo, compraba y vendía ganado y llevaba el dinero en un fajo sujeto con una goma . Mientras el abuelo trataba, bueno según Jobino, mal trataba, pues compraba a cinco y vendía a cuatro, nosotros íbamos a tomar una tapa de callos al mesón  Casa Rubaldo,  donde  el mesonero pedía los platos y, de  una cortina que se hallaba  detrás de la barra, salía  una mano blanquísima que  entregaba la comanda. La mano era lo único que se veía. Yo estaba más pendiente de los ires y venires de la mano  que de atender a la comida. Le  preguntaba a Jobino por que no aparecía su propietaria, porque sin duda era mano femenina, pero  nunca me lo aclaró, alegando que él también lo ignoraba.

Para enterrar a mi padre he tenido que librar los sepulcros de mis abuelos y transportar   sus huesos  al osario. Mis abuelos estaban enterrados en la única capilla del cementerio y que, según dicen, sirvió de refugio, durante la guerra, a Silverio el Atravesao, un escapado de mi pueblo, que estuvo con la partida de Girón .

Por la mañana, ayudado de dos empleados, procedimos a la apertura de los sepulcros. Empezamos por el de la izquierda, el de mi abuelo,  La madera estaba bien  conservada y dentro hallamos el  esqueleto de mi abuelo. Un esqueleto  de huesos robustos como correspondía al hombre  corpulento que fue en vida. Una vez retirados los huesos e introducidos en una bolsa, seguimos con el sepulcro de mi abuela. La caja también estaba bien conservada y cuando abrieron la puerta  nos quedamos paralizados. Allí dentro se encontraba una mujer perfectamente conservada,  de hermoso rostro y larga melena. Inmediatamente me acordé de la  niña Sierva María de Todos los Ángeles, de la novela de García Márquez. El hombre que sujetaba la tapa la soltó con la sorpresa y, cuando volvimos a abrirla, ya solamente había polvo y restos del vestido de la difunta.

¿Que había ocurrido allí? El cadáver de mi abuela no estaba y en su lugar  que ahora ocupaba la bella mujer? La noticia corrió por el pueblo y las más diversas historias dieron pábulo a la imaginación de la gente.

Jobino vivía con su hija. Cuando pregunté por él, la mujer me advirtió  que ya se le iba mucho la cabeza y se olvidaba continuamente de todo.”Deja la cachaba y al momento ha olvidado donde la tiene”. Ya había  cumplido los noventa, aunque seguía teniendo buena salud, salvo algún lapso ocasional.

 Estaba sentado en el patio, debajo de la frondosa parra y me conoció nada mas verme. Me interesé por su salud y el hombre abrió el abanico de sus múltiples achaques. Después, ya acercándome a lo que me interesaba, le pregunté por mi abuelo. 
-Quiero que me hable de mi abuelo, Jobino.
- De tu abuelo. ¿Que quieres que te cuente de tu abuelo? -Y continuó sin esperar respuesta-. Tu abuelo era un  hombre estupendo, lo mejor que he conocido. Amigo de sus amigos, espléndido, simpático; aunque...bueno... después cambió.
- ¿Por qué cambió?- le pregunté, recordando que aquel  no era el abuelo que yo había conocido, sino un hombre adusto y malhumorado.
- El casamiento no le fue bien- respondió escueto y luego añadió-. El no quería a tu abuela, se casó  con ella por  el interés y eso nunca da buen resultado. El quería a otra, estaba  enamorado de  Manuela y ella de él, pero el dinero es tan poderoso... Tampoco lo juzgues  severamente, aquellos eran malos tiempos; el dinero lo era todo. Si no lo tenías te veías  condenado a vivir en la miseria y en el hambre . Él no poseía nada, absolutamente nada,  solamente sus manos para trabajar; es posible que hubiera sido suficiente, pero la avaricia le cegó  y no encontró la felicidad: Se metió en el alcohol, en el juego y se trasformó en un hombre amargado.
-¿Y Manuela? ¿Quien era Manuela?
- Manuela era la dueña de la mano.
-¿La mano?
- Si la mano. ¿Recuerdas cuando íbamos a tomar una tapa los días de feria? La mano que salía de detrás de los visillos, era la mano de  Manuela. Desde que la dejó tu abuelo, no volvió a salir de casa; se encerró. Su padre era el tabernero y ella cocinaba, pero sin asomarse jamás. Tampoco se volvió a cortar el cabello; decían que le llegaba por debajo de la cintura.
Quedé asombrado; aquella mano  que tanto me impresionaba de niño, cuando acompañaba a Jobino a la taberna, era de la amada de mi abuelo, de  Manuela.
-¿Mi abuelo no intentó volver con Manuela?
- No,  en aquellos tiempos era imposible, las cosas se hacían y eran para siempre.
-¿Sabes que he abierto la tumba de mis abuelos?
- Si lo sé. Eso no tenías que haberlo hecho. Los muertos merecen un respeto.
Olvidando su reproche, le volví a preguntar.
-Y, también conocerás  que  en la tumba de mi abuela había otra mujer.
Calló un momento,  después solamente dijo:
-Si, lo sabia.
 -¡ Como!   ¡Tu lo sabias!- dije extrañado.
Sin contestarme, miro al suelo.
Yo le volví a preguntar.
-¿La mujer que estaba dentro? ¿Quien era esa mujer?
-  Era Manuela.
- Pero, ¿como llegó el ataúd de Manuela al panteón de  mis abuelos y que fue del ataúd con mi abuela dentro?
Jobino calló otra vez, quizás fuesen demasiada preguntas juntas para su edad. Tardó unos minutos, después, como hablando para si mismo, comenzó:
- ¡Que miedo pasé aquel día!
Volvió de nuevo a callar,  mientras yo me comía de impaciencia. Por fin continuó.
-Un día,  tu abuelo, me dijo   que iba a necesitarme aquella noche. Yo pensé que iríamos a  hacer la espera al jabalí; sabíamos de una charca donde iba a retozar, debía de ser un bicho enorme y tu abuelo se la tenia jurada. Fui hasta su casa, pero en vez de dirigirnos al monte anduvimos hacia el cementerio. Empujó la verja y, después, fuimos hasta la capilla, yo no paraba de preguntarle: “que hacemos aquí”, pero él, sin responderme, saco una llave del bolsillo y abrió la puerta.  Me dijo que le ayudara a quitar la lapida, yo dudé, pero  su gesto no admitía negativas. Arrancamos la plancha de mármol y sacamos  el féretro, lo  cargamos  en la  furgoneta y marchamos en dirección  a  Cacabelos, cruzamos por sus calles, después enfilamos por la carretera de Quilos, hasta llegar al   cementerio. Era una noche cerrada, sin luna. Descargamos el ataúd. Tu abuelo lo sujetó  por delante y yo agarré por detrás. Estaba aterrorizado, sobresaltándome con cualquier hierba que tocaba mis pantalones. Llegamos hasta una tumba, levantamos la lapida y me mandó bajar para pasar las cuerdas. Yo me negué, rotundamente, y tuvo que bajar él. Entre los dos subimos el féretro, tirando uno de cada  lado, nos costó bastante izarlo. Después hicimos la operación inversa  con el  féretro de tu abuela,  sellamos la tumba y cargamos el ataúd en la furgoneta y  con la lúgubre carga regresamos al pueblo, donde   lo introducimos en el hueco abierto en la capilla. Tu abuelo me dijo que  guardara el secreto y así lo hice, hasta este momento.

Era una historia asombrosa. Mi abuelo y Manuela habían estado  enterrados juntos, sin que nadie lo supiera;  como  amantes clandestinos, protegidos por Jobino; fiel alcahuete de  aquellos amoríos. Descansaban muy próximos, a la distancia de una mano extendida o el sonido de un susurro

Junté los restos de ambos cadáveres en la misma urna y después introduje la larga melena de la mujer. Los huesos se acoplaron   con irregular armonía. Un fémur robusto junto a otro delicado,  una delgada tibia junto a un grueso peroné. ¿Puede haber mayor felicidad para dos enamorados que permanecer con sus huesos entrelazados para siempre?, desintegrándose juntos y conformando una  sola materia, de la que renacería, con el  tiempo, un solo árbol o una misma planta. La muerte, severa, inaplazable y, a veces cruel,  había hecho el prodigio: Unir dos seres,  que los avatares de la vida había mantenido separados. ¿Quien dice que la muerte es injusta?

MANUEL YEBRA FERNÁNDEZ





 

                                                       LA SEMANA SANTA DE LOS 50

( Por Antonio Sernández  López )

 

      Todo empezaba el Domingo anterior al miércoles de Ceniza. D. Celso Sanromán Méndez, que era el sacerdote del momento, en su sermón dominical, nos explicaba que la  Semana Santa empezaba el próximo miércoles, con la imposición de la ceniza. Nos explicaba también que  la cuaresma eran cuarenta días de  oración y recogimiento. Durante la cuaresma había que guardar abstinencia todos los viernes y ayuno con abstinencia el miércoles de Ceniza y el Jueves Santo. Quedaban suprimidas todas las fiestas. Había que confesarse. Nos programaba los actos que se celebrarían durante la Semana Santa.

                                                                                    

D.Celso Sanromán Méndez

      En los años  cincuenta  la mayoría de la gente asistía a todos los actos. No sé si realmente era mas católica o mas cumplidora con los actos religiosos  o sociales del pueblo.

      Para tomar la ceniza, primer miércoles de cuaresma, el tío Emilio, el sacristán, quemaba, a la puerta de la Iglesia, un pequeño haz de sarmienta. Recogía la ceniza y, en una bandeja, la depositaba en el ara del altar. D. Celso la bendecía y, en un momento de la misa, todo el mundo se acercaba al altar y el sr. Cura, al mismo tiempo que con ceniza hacía una cruz en la frente, decía: “polvo eres y en polvo te convertirás”. 

      En la primera  parte de este escrito, escribía yo, que durante la cuaresma había que guardar ayuno y abstinencia el miércoles de Ceniza y el Jueves Santo. La abstinencia quedaba reducida a los viernes de cuaresma. Realmente,  D.  Celso, nos explicaba, que la prohibición de comer carne  abarcaba los cuarenta días de la cuaresma. Sin embargo, comprando la Bula de la Santa Cruzada, la obligación quedaba reducida a los viernes.



      De obligado cumplimiento era la confesión anual. El segundo mandamiento de la Santa Madre Iglesia dice “ Confesar, al menos, una vez al año, o antes si espera haber peligro de muerte o si ha de comulgar”. Para su cumplimiento acudían como confesores: D. Germán, cura de Villadepalos,  D. Antolín, cura de Carracedelo, y D. Isiderio, cura de Cacabelos. Cada uno de ellos se colocaba en un confesonario. Las mujeres, normalmente, iban a un confesor y lo hacían a través de la rejilla, que había en una de las paredes del confesonario. Los hombres lo hacían a través de la puerta. D. Celso  explicaba que antes de llegar al confesonario había que hacer un  Acto de Contrición  para recordar los pecados  cometidos desde la última confesión y rezar el Yo, Pecador.

Lo recuerdo:

Yo, pecador, me confieso a Dios Todopoderoso, a la bienaventurada siempre Virgen María, al bienaventurado San Miguel Arcángel, a San Juan Bautista, a los Santos apóstoles San Pedro y San Pablo, a todos los Santos y a vos, Padre, que pequé gravemente con el pensamiento, palabra y obra por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa; por tanto, ruego  a la bienaventurada siempre Virgen María, al bienaventurado San Miguel Arcángel, a san Juán Bautista, a los Santos apóstoles San Pedro y San Pablo, a todos los Santos y a vos, Padre espiritual, que roguéis por mí a Dios nuestro Señor. Amen.

      Mucha gente mayor no sabía o no recordaba la citada oración. D. Celso la iba recitando y la gente lo iba siguiendo. Todos los niños, en aquella época, conocían todas las oraciones por haberlas  estudiado en el  catecismo del Padre Astete, de ello se encargaba D. Santiago, el maestro.

      Recuerdo que la mayoría de los hombres huían del confesonario donde estaba D. Germán. por las broncas que echaba. Recuerdo también que se hacían colas para acudir al confesonario. Nunca me olvidaré  de la discusión que tuvieron Leoncio y Alfonso cuando uno de ellos se saltó la cola para llegar antes al confesonario. Una vez confesados los pecados el Sr. Cura ponía la penitencia y, mientras el penitente recibía la  absolución de rodillas, tenía que rezar el Sr. mío Jesucristo.

Lo recuerdo:

      Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador  Redentor mío: Por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, a mi me pesa, de todo corazón, de haberos ofendido, y propongo firmemente nunca mas pecar, confesarme, cumplir la penitencia que me fuere impuesta, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos; ofrezcoos mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados; y confío en vuestra bondad y misericordia infinita, me los perdonareis por los méritos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis gracia para enmendarme y para perseverar en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida. Amen.

La última semana de cuaresma era  la mas santa, por eso se  llamaba Semana Santa. 

                                                                               

                                                        El sacristán: el Tio Emilio

      El Domingo de Ramos empezaba la Semana Santa. El 100% del pueblo acudía a  la Iglesia con ramos pequeños o grandes . Casi todos eran de olivo o laurel.  Solo D. Celso llevaba una palma. Recuerdo  que Santiago “ El garrocho” acudía con un enorme ramo que luego adornaría  el Monumento . Todo el pueblo esperaba a la puerta de la Iglesia, que permanecía cerrada. El tío Emilio,  con un martillo,  pegaba unos pequeños golpes en la puerta, al mismo tiempo que  pronunciaba unas palabras, no las recuerdo.  D. Celso contestaba desde dentro de la Iglesia y, acto seguido, abría la puerta. Todo el mundo entraba en la Iglesia y parte de la gente se sentaba en los pocos bancos que había en la Iglesia, el resto de la gente quedaba de pie. La misa era cantada por el Sr. Cura y por el sacristán. No se en que parte de la Misa  el Sr. Cura bendecía los ramos y, acto seguido, todo el mundo se acercaba al altar  y  tenía que besar el ramo y la mano del cura. Terminada la Misa, en la que la mayoría de la gente había comulgado, la gente salía feliz. Los mas felices eran los niños que , con sus ramos, emprendían  una pequeña batalla campal. Los ramos benditos eran repartidos por las fincas  para lograr unas buenas cosechas. 

      El  lunes, martes y miércoles no había oficio religioso alguno. Las mujeres, con algunos hombres, del pueblo preparaban el monumento. Se situaba delante del altar mayor de la Iglesia. En la parte mas alta de una larga y ancha escalera de madera se colocaba el sagrario. A los lados de la citada escalera se llenaba de plantas y flores. No podía faltar el gran ramo de Santiago el Garrocho.

      El Jueves Santo  por la mañana había Misa y , terminada la misma, bajo palio,  el sr cura , en una pequeña procesión  trasladaba el Santísimo a una  capilla, Sagrario,  que se había colocado en lo alto del monumento.  Después de rezar una estación al Santísimo, este  quedará expuesto hasta la tarde del viernes. Cada familia colocaba en el monumento una vela , debidamente adornada. La gente del pueblo se iría turnando, para acompañar al Santísimo, día y noche . 

      Entre oficio y oficio la gente joven paseaba por el cercado. El cercado era la calle, toda llena de grandes nogales, que iba desde la Iglesia a la casa del cura.

      A última hora de la tarde había una “Hora Santa”. En ella el Sr cura o un predicador meditaba y hacía meditar a la gente sobre el significado del Jueves Santo. Meditación  muy interesante.

      El Viernes Santo, día de ayuno y abstinencia, la gente, por turnos, seguía acompañando al Santísimo, que seguía expuesto. Los  oficios empezaban alrededor de las  cuatro de la tarde. Los niños provistos todos de sus carracas se colocaban en 

 la  parte izquierda de la Iglesia, al lado de la puerta que comunica con el cementerio. En el centro de la Iglesia se colocaba una especie de cruz llena de velas encendidas. No tengo ni idea cual era su significado,  pero si recuerdo que D. Celso leía, cantaba y el tío Emilio contestaba. Las velas, poco a poco, se iban apagando. La última, creo yo, marcaba el momento de la muerte de Cristo. En aquel momento el Sr cura señalaba a los niños que, con un sonido ensordecedor,  hacían sonar las carracas. A partir de aquel momento ya no podían tocar las campanas hasta  el  Domingo de Pascua.

      Terminado el oficio descrito anteriormente se procedía a trasladar , también bajo palio,  el Santísimo desde el monumento al Sagrario de la Iglesia. A  continuación se procedía a la adoración de la cruz. Todo el mundo en fila se iban, poco a poco, acercando a la cruz que D. Celso había colocado en el suelo. Había, después de hacer varias genuflexiones, besar los  clavos de  los brazos y pies.

      Después de la adoración , había un par de horas de  descanso, que la  gente aprovechaba para volver a casa y atender a los animales. El Vía Crucis era otro de los oficios del  Viernes Santo. El Vía Crucis recorre, en  14 estaciones, los episodios mas notables de la Pasión de Cristo, desde que fue arrestado en el Huerto de los Olivos hasta su crucifixión en el Gólgota, sepultura  y resurrección al tercer día. Don Celso  empezaba cada estación, asi: “Te adoramos, Señor y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”. A continuación leía el pasaje correspondiente a la estación. Terminaba diciendo :” Señor pequé, ten piedad y misericordia de mi” .Finalizaba la estación rezando un Padrenuestro y cantando una canción. La canción era siempre la misma:” No estés eternamente enojado, perdona tu pueblo, perdónalo Señor”. 

      Recuero una curiosa anécdota respecto a  la canción. Los tenores del coro eran Gilberto, Leoncio, Silvano, Garrocho y alguno mas. Recuerdo que el cántico empezaba suavemente, pero a medida que iban pasando las estaciones, los tenores cada vez iban haciéndolo con mas fuerza. Llegó un momento en que el tono subió tanto que, D. Celso,  en la estación siguiente, cambió de canción. Los tenores no estuvieron de acuerdo, no sabían la nueva canción, y exclamaron: “! Tu cambia de canción pero nosotros no¡” y continuaron con la misma.  D. Celso, al principio, se enfadó pero, al final, claudicó y solo les dijo:” Está bien, pero hacerlo mas bajo”. Eran otros tiempos. 

      El último acto del Viernes Santo era la procesión de la Dolorosa. La Virgen  vestida de riguroso luto era portada por cuatro mozas solteras, vírgenes,  también vestidas de negro. La procesión  transcurría por el Cercado, calle que iba desde la Iglesia hasta la casa del cura. A la Virgen la acompañaba la mayor parte de la gente del pueblo. Rezando y cantando. Las mujeres, casi nunca los hombres, llevaban las velas que  habían estado  alumbrando el monumento.

      El Sábado Santo era un día de luto. Cristo descansa en el sepulcro. No hay misa y las campanas permanecen en silencio. A la gente del pueblo se le nota cierta nostalgia. El único acto litúrgico se celebraba el sábado por la noche , la Vigilia Pascual que conmemoraba la resurrección de Cristo. Empezaba el oficio con la bendición de un gran velón “ el Cirio Pascual”. En ella, con los rezos de D. Celso y los cánticos de tío Emilio, se iban clavando clavos pequeños, formando una cruz, que simbolizaban  los cuatro clavos  con los que Cristo fue clavado en la cruz:  Dos en las manos, uno en el pecho y el cuarto taladrando los dos pies . Terminaba el oficio con la bendición del agua, agua que la gente había llevado a la iglesia. Parte del agua se quedaba en la pila de la Iglesia y otra parte la gente la llevaba, para  bendecir la casa y los animales.

      ¡Por fin llegaba el Domingo de Pascua! A primera hora de la mañana las campanas volteaban con gran alegría. La misa era cantada entre D. Celso, que cantaba muy mal, y el tío Emilio que lo hacía bastante bien. Terminada la misa salía la procesión. La Virgen vestida de negro. En la mitad de la procesión, al llegar al campo de la fiesta, se le cambiaba el hábito negro por otro de lindos colores. El luto había terminado. Las campanas, eran volteadas con fuerza por los mozos del pueblo. La  alegría se hacía notar por todo Carracedo. Por la tarde  todo el mundo iba a Cacabelos a la Pascua.

 

 

CARRACEDO DEL MONASTERIO

A

D. GRACIANO

(Por Antonio Sernández López)

 

      A continuación se reproduce el escrito que el pueblo de Carracedo dedicó a D.Graciano el día que se despidió del pueblo ( 15/02/2004). Sirva el mismo como homenaje póstumo al buen sacerdote y vecino que, en Santa María de la Isla, nos dejó el día 2 de agosto de 2012 D.E.P.

                                                                   

                                                             D. Graciano

      D. Graciano, después de mas de 40 años como párroco ( abad le gustaba llamarse) de Carracedo, el pueblo le considera como un vecino especial, en el mejor sentido de la palabra. Vecino por vivir durante este tiempo en el barrio de La Roda. Empezó viviendo en una casa a punto de derrumbarse. Con su iniciativa, su esfuerzo, el trabajo del pueblo y la colaboración de sus propios  familiares, se reconstruyó. Gracias D. Graciano, Vd se va, pero la casa se queda. Especial  porque, desde su llegada, de una manera espiritual, no física, convivió, como un miembro mas dentro de todos los hogares del pueblo seguro que la palabra D. Graciano aparece, casi siempre, para bien, por lo menos una vez a la semana, en la sobremesa, o en las tertulias, de todos los hogares del pueblo. Retrocediendo en el tiempo, 20 ó 30 años, si acercáramos el oído a la puerta de  nuestros vecinos, se escucharían comentarios como ! Vaya cura¡ con la sotana remangada, era pecado quitársela, carretilla y paleta que bien nos arregló la pared del cementerio. Gracias D. Graciano, Vd. se va pero la pared  se queda. En otros se podría escuchar ¡ hay que fastidiarse! Lo que trabajó para que no le viéramos la espalda cuando decía misa. Con mucho esfuerzo, casi siempre solo, cementó parte de la iglesia, justo donde estamos ahora, para colocar un altar sobre cuatro columnas neoclásicas, donde el celebrante ya estuviera cara al público. Gracias D. Graciano, Vd. se va, pero la obra se queda.

 

      Recuerda D. Graciano el lío que se montó el día que metimos en la iglesia un tractor con material para terminar la obra anterior, se despertaron todos los santos, la mayoría de las baldosas se movieron,  un mes tuvo Vd. que pasar para colocarlas bien.

 

      En todos los hogares se oiría la misma frase  ¡ qué bien canta este  cura! D. Graciano, su voz perdurará mucho tiempo colgada de las bóvedas de esta iglesia, no estaría mal que, de vez en cuando, la  reavivara. Otros comentarios serían: ¡Ya vuelven a sonar las campanas!, ¡ Ya tenemos altavoces en la iglesia! ¡Que cristales mas bonitos puso en las ventanas!, ¡Ya no hay goteras!. ¡ Tenemos santos nuevos! Y un sinfín de cosas mas.

 

      Como en toda familia, a lo largo de la vida, hay días malos, regulares y buenos. Se riñe, se discute y se enemistan  unos con otros. Justo por esto D. Graciano, Vd. se integró en el pueblo, ya que formaba parte de las discusiones cotidianas, unas veces saldría bien parado, otras veces, las menos, no tanto.

 

      Cuando un familiar, como Vd. se nos va, todos acudimos a despedirle, fíjese como está la iglesia. A partir de ahora sus buenas obras resplandecerán y las que no fueron tan buenas, si es que las hubo, poco a poco desaparecerán. D. Graciano, muchas gracias por estos cuarenta años que nos ha regalado. Llegó hecho un chaval y marcha con 12 intervenciones quirúrgicas en su cuerpo. Seguro que mucha gente recuerda aquel día, julio del 64, que sofocado, llegó en moto, una  OSSA, si mal no recuerdo. Fue presentado por D. Dámaso, cura de Cacabelos. Recuerdo una frase que pronunció en su primera homilía: “ para todo cuenten conmigo y con mi moto” ( apenas había coches) y para que no se olvide el Sr. Presidente del pueblo le va hacer entrega de unos presentes. Un aplauso.

 

      Que Dios lo tenga en su gloria, se lo ha merecido. Desde allí acuérdese, de vez en cuando, de Carracedo.

 

LAS COLONIAS DE CARRACEDO

Por Antonio Sernández López

 

          Yo nací en La Colonia, lote nº 14, un 20 de diciembre del  1942. Durante 9 años viví con mis padres en La Colonia. La enfermedad, meningitis, de mi hermano Longinos hizo que, la mayor parte del tiempo, lo pasara en el barrio del Teso con mi abuela Concha.

           Recuerdo como era la casa de la Colonia. Aunque había dos  o tres modelos,  la distribución interior era casi igual en todas. Para entrar en mi casa había que subir tres peldaños. La parte interior estaba adoquinada con ladrillos macizos. Se entraba en un jol que hacía de comedor. A la izquierda estaba la cocina. Al frente y a la  derecha tres habitaciones. Recuerdo que para pasar a la 3ª habitación, había que hacerlo a través de la 2ª.  Servicio no tenía, pero si estaba la cuadra de los animales en la parte este de la vivienda. Recuerdo a la perfección como era la cocina: Una chapa de hierro colocado sobre unas paredes de  ladrillo. Un pequeño mueble de madera donde había una cántara y un caldero, que se llenaban con el agua traída de una noria que teníamos a 30 o 40 m. Un escurreplatos de madera. Una pequeña mesa rústica también de madera. Una pequeña  lacena  y un banco de madera, que a mi se me antojaba enorme ( en el jugaba con el primer regalo que tuve en mi vida, un camión campsa).

           Soy biznieto de Nicolás Amigo Folgueral , secretario, en aquellos tiempos, de Carracedelo y uno de los promotores del nacimiento de las Colonias. Yo no lo conocí, pero si conocí a sus hijos Darío, Corina, Aurea y a mi abuela Concha.

           Me contaba mi tío abuelo Darío, de profesión guardia civil y persona muy culta, que antes de la parcelación toda  la dehesa albergaba una muestra de toda la flora berciana ( carrascos, robles, salgueiros, etc.) e incluso toda la fauna ( corzos, zorras, lobos, etc). Su aprovechamiento, me seguía contando, consistía en  los pastos, utilizados por el ganado de  los vecinos de  Narayola, Cacabelos y Carracedo. Los lindes  no estaban bien delimitados lo que llevó a un sinfín de problemas, incluso a luchas personales. Mucho tiempo anduvieron en pleitos los pueblos citados. Todo terminó, pacíficamente, entre los tres con un deslinde. Dicha dehesa tenía una considerable extensión, pero con el deslinde, la parte correspondiente a Carracedo quedó reducida a  202 ha , 39 a y 37 ca. Cantidad exacta y necesaria para la aplicación  de la Ley de Colonización y Repoblación Interior. Me seguía contando mi tío abuelo Darío que todas estas operaciones eran revisadas por el ingeniero de Montes  Ilmo Sr. D.  Rafael Escrivá de Román.

           En el Boletín de la Junta General de Colonización y Repoblación Interior,  de fecha diciembre del 1919, páginas 43 y 44, se  escribía “Constituyen los terrenos de la Colonia dos partes: una llanura que se extiende desde Carracedo a Narayola ( del término de Camponaraya) y una llamada De los Hornos, con vertientes al Norte, Sur y Oeste. Era la parte llana del depósito de las aguas que de diversas procedencias llegaban a ella, y por este motivo, y debido al extraordinario caudal que aquellas alcanzaban durante el invierno, los terrenos quedaban convertidos en enorme charca, pues un arroyo denominado Funtousal, era insuficiente para dar salida a la gran cantidad de agua que  en las épocas de lluvia aparecía.”

“Tratando de remediar este mal se construyó un colector que recogiendo todas las aguas, las encauza y dirige a Carracedo donde se unen a las allí recogidas, para ir a aumentar el caudal del rio Cua.”

“Arranca este colector del extremo Este de la finca, atravesándola en toda su extensión en dirección Oeste, siendo su longitud de 2.700 metros”.


 Plano de las colonias

           Aunque las colonias fueron entregadas en el año 1916, reinando Alfonso XIII, no así las viviendas, que no fueron entregadas hasta los años 1919 y 1920. Al principio los lotes, que habían sido adjudicados por sorteo, no estaban igual de atendidos por la distancia que había  desde el pueblo, donde malamente vivía la gente, hasta el lote. Eran 45 lotes, que corresponden a otros tantos colonos de una extensión de 3,02 hectàreas, de las cuales tres se destinan al cultivo y el resto a las edificaciones, corral, holganzas propias de toda casa de labradores Algunos lotes distaban mas de 2 km y los medios de transportes eran muy precarios. Todo cambió cuando cada colono tuvo, obligatoriamente, que ocupar la vivienda.

 

    No quiero seguir escribiendo sin hacer mención a Santos Murcia, al que yo vi muchas veces pasar por delante de mi casa en La Colonia, conocido entre los lugareños como “ El murciano”, simpático apodo que pudo surgirle por su apellido o por su procedencia murciana. Fue el primer obrero que llegó a las Colonias para construir las típicas edificaciones. Casado con Rosalía, de Carracedo. Pasó el resto de su vida en Las Colonias en una de las casas que el mismo ayudó a construir. Su hija Josefa ya nos abandonó, pero los que nos visitan con frecuencia son sus nietos Ricardo, Amparo y Mari.

 

   Al principio las 202ha, 39a y 37 ca quedarían repartidas de la siguiente forma ( Boletín de la Junta Central de 1919):

    

 45 lotes, a 3,02 ha cada uno, suman              135ha, 90a --------

 45 lotes de viñedo, a 0,75 ha, suman               33 ha, 75a --------

  Vivero de frutales                                                   ----      40a -------

  Campo de experimentación para viñedos        1ha, 85a y 25ca

  Parcela para el guarda                                                             --------, 94a y 90ca

  Terrenos comunales                                                                 16ha,55a y 25ca

  Emplazamiento de edificios                                                        2ha,65a --------

  Caminos y colector                                                                       7ha,38a y 97ca

                                      SUMA TOTAL…………… 202ha,39ha y 37ca

 

      A continuación figura un listado de los primeros colonos. Listado proporcionado amablemente por el Dr Carlos Fernández Rodríguez, del Dpto. de Historia de la Universidad de León.

 

     Resultado del sorteo celebrado en el Ayuntamiento de Carracedelo el 2 de abril de 1916 para adjudicar los lotes a los 45 colonos seleccionados de entre los solicitantes.

CUADRO Nº 1

Ángel Álvarez Amigo

24

Domingo García Fernández

20

Ramón Yebra López

11

Manuel Fernández González

44

Santos Fernández Rodríguez

8

Genoveva Nieto Trincado

27

Joaquín Mauriz Salgado

42

Francisco Álvarez Amigo

31

Manuela Trincado Yebra

23

Martín López Amigo

14

Luciano Nieto Trincado

29

Vicente Mauriz Martínez

34

Francisco Fernández García

9

Jesusa Doral Gómez

1

Bernardo Valcarce Álvarez

37

Julián Pintor Bodelón

30

Serafín Amigo Amigo

15

Cesáreo Ovalle Quiroga

3

Cosme Carballo Montes

13

Santos Fernández Cobos

18

Antonio Amigo Basante

22

José Martínez Pereira

12

Ignacio Rodríguez Mauriz

10

Laureana Trincado Rodríguez

32

Luisa Valcarce Villanueva

4

Benigno Silva Canedo

36

Serafín Amigo Balboa

35

Feliciano Cuadrado Valle

45

Florencio Trincado Yebra

7

Verísimo Alba Ovalle

16

Manuel Gaba García – VillaM

26

Higinio Nieto Trincado

2

Gregorio Castro Guerrero

40

Manuel Yebra López

5

Eulogio González Fernández

41

Agustina López Valcarce

25

Eumenio Amigo Rodríguez

38

Darío Amigo Olego

43

Vicente Fernández Fernández

28

Joaquín González Fernández

39

Bernardo García Fuente

21

Bernardo Amigo Rodríguez

33

Pedro Romero Silva

19

Venancio López Amigo

17

José Fernández Valcarce

6

 

 

 

    Como complemento al cuadro anterior se detallan, en otros tres,  no sólo el lote, también se describe la parcela y  el trozo correspondiente a la viña que se le adjudicó a cada uno de los lotes.

     Los títulos de Propiedad no se adjudicaron hasta el 1952. Habían pasado 36 años, desde la toma de posesión de los lotes. Algunos de los primeros colonos habían muerto por lo que  el título fue adjudicado a uno de los herederos, cambiando pues de nombre.

     También se repartieron, entre algunos colonos, cuyos lotes tenían el agua más profunda, la parte que, en principio, era dedicada a Vivero de frutales, Campo de experimentación y la parcela para el guarda. Dichas pequeñas parcelas aparecen en la columna dedicada a huertos.

 CUADRO 2

Lote

Colono

Parcela

Huerto

Viña

1

Jesusa Doral Gómez

1

27

108

2

Higinio Nieto Trincado

2

24

107

3

Cesáreo Ovalle Quiroga

3

46

106

4

Luisa Valcarce Villanueva

4

23

105

5

Manuel Yebra López

5

152

102

6

José Fernández Valcarce

6

45

99

7

Florencio Fernández Yebra

7

154

98

8

Santos Fernández Rodríguez

8

31

97

9

Francisco Fernández García

9

48

96

10

Ignacio Rodríguez Mauriz

10

28

95

11

Ramón Yebra López

11

47

92

12

José Martínez Pereira

12

26

91

13

Cosme Carballo Montes

13

52

119

14

Martín López Amigo

14

 

118

15

Serafín Amigo Amigo

15

 

114

16

Verísimo Alba Ovalle

16

 

112

17

Venancio López Amigo

33

 

113

18

Santos Fernández Cobos

34

 

90

19

Pedro Romero Silva

35

 

110

20

Domingo García Fernández

36

 

111

21

Bernardo García Fuente

37

 

115

 

CUADRO Nº 3

Lote

Colono

Parcela

Huerto

Viña

22

Antonio Amigo Basante

38

 

116

23

Manuela Trincado Yebra

39

 

117

24

Ángel Álvarez Amigo

40

 

120

25

Agustina López Valcarce

41

 

121

26

Manuel Gaba García

42

 

122

27

Genoveva Nieto Trincado

43

 

124-125

28

Vicente Fernández Fdez

44

 

135

29

Luciano Nieto Trincado

56

 

52

30

Julián Pintor Bodelón

57

 

53

31

Francisco Álvarez Amigo

58

 

54-55

32

Laureano Trincado Rguez

59

 

49-50

33

Bernardo Amigo Rguez

60

 

51

34

Vicente Mauriz  Martínez

66

 

100

35

Serafín Amigo Balboa

67-68

 

101

36

Benigno Silva Canedo

69-70

 

71

37

Bernardo Valcarce Álvarez

73-74

 

72

38

Eumenio Amigo Rodríguez

75-76

 

77

39

Joaquín González Fdez

80-81

 

78

40

Gregorio Castro Guerrero

82-83

 

79

41

Eulogio González Fernández

86-87

 

84

42

Joaquín Mauriz Salgado

85-129

 

128-85

43

Darío Amigo Olego

43-140

 

94

44

Manuel Fernández González

151-150-25

 

93

45

Feliciano Cuadrado Valle

22

 

109

 

CUADRO 4

Lote

Colono

Parcela

46

desconocido

19,131,130,17

47

desconocido

152,16,20,141

48

desconocido

153,61,88,89,29

49

desconocido

65,134,30

50

desconocido

126,127,137,21,138

51

desconocido

144,103

52

desconocido

145,104

 

Los caminos de la colonia

 

             Las Colonias se repartieron en el año 1916. Los Títulos de Propiedad, con sus condiciones de  adjudicación, en el año 1952. Al principio,  aunque todo parecía ir bien, empezaron a surgir pequeños  problemas  a la hora de utilizar los distintos caminos que recorrían las fincas, lo que obligó a que, una comisión de colonos presidida por D. Guillermo Miraluz, en el año 1935 estableciera unos acuerdos para la utilización de los mismos. De dicha comisión salieron  las siguientes normas:

 

CAMINOS DE USO GENERAL

Central de las Colonias

Del Puente a Carracedo

De Cacabelos a Narayola ( Perimetral)

De Carracedo a Narayola y Magaz ( perimetral

DE USO PARA TODOS LOS COLONOS

De San Juan a la carretera de Ponferrada ( camino de las Chas)

De San Juan al Puente

De San Juan a los edificios escuelas ( para escolares)

Del camino central ( Entre lotes 14 y 16) al de Carracedo, Narayola y Magaz

Perimetral de edificios comunales.

DE USO LIMITADO

Perimetral de la falda de las Chas (San Juan): lotes 20,21,22,23,24,26 y 26 y propietarios colindantes.

Perimetral de la Loma de las Chas ( meseta): lotes 2,3,4,5,, 34 y 35 y propietarios colindantes.

Perimetral al lote 49. Colonos 34 y 49 y propietarios colindantes.

Derecha de la loma de las Chas ( entre lotes 18 y 49: colonos 6,7,8,9,10,11,12,18,34,35,36,37,38.39,40,41 y 42.

Izquierda del mismo   (entre lotes 14 y 17): colonos 14,15,16,17 y 19.

Izquierda de San Juan al Puente. Colonos34,35,36,37,38,39,40,41 y 42.

De la loma del Cantousal: colonos 29,30,31 ,32 y 33.

Izquierda del Central ( entre lotes 18 y 19): colonos 18,19,20,21,22,23,24,25 y 26..

Izquierda del de Carracedo a Narayola ( entre lotes 7 y 9): colono 8.

Izquierda del de Carracedo a Magaz (entre lotes 23 y 32): colonos3,6,9,11,23,24,27,28,29,30,31,32 y 33.

Derecha  del anterior( entre lotes 9 y 32): colonos3,6,9 y 11.

Izquierda del mismo ( entre lotes 23 y 27): colonos 23,24 y 27.

Otro izquierda del de Carracedo a Magaz  (entre lotes 30 y 48): colonos 33 y 48.

Derecha del  Puente a Carracedo ( entre lotes 48 y 49): colonos 10,48 y 49.

Derecha del mismo ( entre lotes 45 y 48): colonos 1,2,4,12,44,45 y 48.

Perimetral del lote 45:colonos 2 y 4 ( cuando no puedan utilizar el anterior) y 45.

Izquierda del Puente a Carracedo ( entre lotes 47 y 50): colonos 46 y 47. Este no es camino para carro.

Derecha del Central ( junto a lote 43):colonos 47 y parcelas de los Sres. Maestros.

Izquierda del perimetral de  San Juan a Carracedo ( entre lotes 5 y 48): colono 7

 

                                                             

          Los títulos de propiedad fueron expedidos en Madrid el día 24 de noviembre de 1952 y entregados a mediados del año 1953. Dichos títulos fueron inscritos en un tomo especial  destinado a la Colonia Agrícola de Santa María de Carracedo en el Registro de  Propiedad de Villafranca del Bierzo. En cada título se explicaban las condiciones generales de  adjudicación, que eran las siguientes:

<   Este lote no podrá venderse, permutarse, ni donarse hasta después de cinco años, contados a partir del reconocimiento de la propiedad.

<!  Siendo condición precisa el cultivo constante del terreno, si a consecuencia de la muerte  del titular permaneciera  el lote inculto durante un año, se considerará improductivo y el Estado ejercerá la acción reivindicatoria.

<!  Como uno de los fines esenciales de la Ley es que los lotes cultivados por sus propietarios, queda en todo tiempo prohibida la constitución de censos convencionales y arrendamientos. Los derechos reales  que se deriven de estos actos no serán inscribibles en el Registro de la Propiedad.

<!  Cada colono no podrá ejercer la propiedad más que sobre un lote. Cuando se acumulen dos lotes en una misma persona o personas unidas por vínculo de matrimonio, ésta lo pondrá en conocimiento de la Dirección General en el plazo de un mes, a contar desde la acumulación, y con intervención de la Dirección mencionada, el colono enajenará cualquiera de ellos dentro de los seis meses siguientes, abonando previamente el enajenante el importe de la cantidad que se halle debiendo por anticipos.

<.  Tampoco podrán recaer dos lotes en personas ligadas con vínculo de parentesco dentro del segundo grado, salvo que fuesen ambos mayores de edad, cabezas de familia y con descendencia apta para el trabajo. El colono en quien hubiere recaído  últimamente la propiedad de un lote, deberá enajenarlo en la forma que fija el anterior apartado, si se encuentra en el caso que el apartado presente señala.

<.  Si los colonos se resistieran o negaran a la enajenación que dispone los dos anteriores apartados, se considerará como caso de improductividad, ejerciéndose por el Estado la acción reivindicatoria.

<!   El lote será indivisible a perpetuidad. Cuando el  propietario de un lote falleciera y hubiese designado un testamento sucesor  en el patrimonio familiar, a él  se reconocerán los derechos correspondientes, siempre que sea apto para el cultivo y cumpla las condiciones de la colonización. Si el heredero no quisiera o no pudiera cumplir aquella, deberá enajenar la propiedad del lote a familia idónea, con sujeción a la Ley. Si siendo varios los herederos testamentarios no se pusieran de acuerdo sobre la persona en quién deba recaer la propiedad de aquel, se enajenará, con intervención de la Dirección General, a familias idóneas, con arreglo a la Ley de  Colonización. Si la sucesión fuere intestada y hubiera varios herederos, se seguirá el procedimiento  que acabamos de consignar.

<!   Transcurridos cinco años  de efectuado el reconocimiento de la propiedad, podrá el dueño enajenar su lote sin dividirle y a colono útil, pero debiendo siempre contar, para que la transmisión surta  efectos, el consentimiento  del consorte, si la tiene y de los hijos, ya por sí, si son mayores de edad y cultivan el terreno, ya por medio de su defensor judicial, si fueren menores.

<!   No podrá gravarse el lote con mas hipotecas que las legales  a favor del Estado, del Municipio, consorte e hijos, pero sin que aquellos puedan alcanzar a los frutos de los terrenos en producción , procediéndose en caso de  ejecución de créditos con sujeción a las normas establecidas  en el art. 49 del Reglamento de 23 de octubre de 1918.

<!   Los predios integrantes de este lote quedarán en garantía del  reintegro del anticipo recibido por el colono hasta el total pago del mismo.

<

          En la parte oeste de la Colonia se construyeron los edificios comunes . Transcribo literalmente lo descrito en el Boletín de la Junta General de Colonización y Repoblación Interior de fecha diciembre de 1919, páginas 52 y 53.

           Edificios comunales.-Los edificios comunales proyectados al igual que las casas para colonos  por nuestro querido compañero Sr. García Badell, quedarán terminados en el próximo verano, pues vicisitudes idénticas a las experimentadas en la construcción de casas para colonos, hicieron aquí los mismos efectos. Están constituidos por las edificaciones siguientes:

          Edificio central.- Dividido en cinco pabellones, los cuales se destinan a los servicios que se detallan.

 

 




       Nota importante: Prefiero no recordar el nombre del que se le ocurrió eliminar  el pabellón nº 1. Estaba un poco deteriorado, pero hubiera sido mejor y mas barato restaurarlo que destruirlo. Realmente se le cortó la cabeza al edificio. Una verdadera pena.

 

          Pabellón nº 1.- Costa de dos plantas, destinándose la baja a roperos, retretes y otros servicios de las escuelas, y la alta a viviendas del maestro y maestra de la Colonia.

          Pabellón nº 2.- Constituido por dos espaciosos salones, donde se instalarán las escuelas de niños y niñas.

 

             Nota:Los niños iban al aula del norte y las niñas a la del sur. Yo iba a esa escuela, D.Santiago Jáñez era el maestro. Recuerdo que los servicios no funcionaban y utilizábamos, como urinarios, la  pared oeste de la capilla.

              El aula, presidida por el crucifijo en el centro, la imagen de Franco a la derecha y la de José Antonio a la izquierda, estaba formada por tres tipo de mesas, a saber: unas bipersonales, tenían el asiento individual y abatible, eran las preferidas de los niños. Otras eran también bipersonales pero con un solo banco incorporado a la mesa y, en la parte de atrás, dos o tres mesas  largas, también con bancos incorporados en los que se sentaban 3 ó 4 niños. La pizarra era una lona pintada de negro, con un marco de madera, pegada a la pared. Las mesas tenían los tinteros incorporados que D. Santiago, de vez en cuando, llenaba de tinta, de distintos colores, que él preparaba con unos polvos. La limpieza se efectuaba, una vez por semana, siguiendo un riguroso turno, de 4 en 4, entre los níños mayores. Una estufa de fundición daba calor al local, los niños teníamos que llevar la leña bién cortada para que entrara dentro de la estufa. El material pedagógico se reducía a un diccionario, unos trozos de libros diversos, una esfera del mundo y una  colección de mapas, físicos y políticos, del mundo.

 

          Pabellón nº 3.- Despacho de la Cooperativa y almacenes en su planta baja. Almacenes y vivienda del guarda almacén en la alta.

          Pabellón nº 4.- Sala de juntas.

          Pabellón nº5.- Planta baja , oficinas. Planta alta, vivienda  del administrador.

          Almacenes de la Cooperativa.- Son dos, situados en los extremos del edificio central, y se destinan para almacenar los productos que los colonos aporten para las operaciones que la Cooperativa ha de realizar.

 



Primero fue almacén, luego capilla de San Isidro

 

Nota. En la pared norte del edificio jugábamos e la cachetina ( frontón).

 

          Almacén de máquinas.- Su nombre nos releva de otra explicación.

          Boyerizas y cocheras.- De tres cuerpos: el central de dos plantas, la baja para cochera y la alta para el almacén de paja. Los otro dos para cuadras del ganado comunal.



Edificio de las boyerizas

 

Nota: Se ven perfectamente los tres cuerpos que formaban el edificio. Al tercer cuerpo de planta baja se le ha añadido, se ven los bloques, una planta alta.

 



 

Nota: El horno, restaurado, estaba y está al lado de las boyerizas

 

          Recuerdo, que no recuerdo, ver tantos edificios como he enumerado anteriormente. Cuando yo iba a la escuela, allí por los años 50, sólo habían pasado 30 años de la construcción de los mismos y  algunos estaban ya bastante deteriorados.

           El Pabellón Central, que constaba de tres edificios  de planta alta y dos de planta baja, estaban distribuidos de  la siguiente manera, de este a oeste: en el primero, de planta alta, estaba la vivienda del maestro. Nunca supe que allí hubiera vivido la maestra.

          En la siguiente , de planta baja, al principio recuerdo que había un gran salón y, mas tarde, se  transformó para convertirlo en una escuela mixta para niñas y niños.

          El del medio, de planta alta, conservaba restos de una especie de economato con grandes aceiteras, un mostrador, una báscula, unas estanterías y un elevador para subir mercancía a la parte superior. Esta estaba toda vacía. A este pabellón se le conocía con el nombre de  “ La Cooperativa”. Por él se accedía al aula de los pequeños.



 

                        Nota: Ya me gustaría saber el nombre de las dos mujeres y el  señor. ¿ Los conoce alguien?

         El cuarto edificio, de planta baja, albergaba las aulas de los mayores. Los niños al norte y las niñas al sur.

          El último edificio, de planta alta, daba acceso a las aulas  citadas anteriormente. En el también estaban los servicios, que ya no funcionaban. En su parte alta nunca vi nada, parece ser que , en principio, estaba la vivienda de la maestra. Lamentablemente este edificio fue barrido, en vez de restaurado, en la década de los 80.

          Figuran, en la relación de edificaciones, los “ Almacenes de la Cooperativa”, situados uno al este y el otro al oeste del edificio central. El del este se dividió en dos , en una se hizo la vivienda para de Segundo Yebra y en la  otra parte, le de María “ La Cubana”, recuerdo que tenía un bar. El edificio del oeste se convirtió en la capilla de San Isidro.

          Nada recuerdo, ni supe del almacén de máquinas. Si recuerdo donde estaban las cocheras ( coches de caballos), en la C/ San Isidro, cerca del horno. Allí también se encontraban las cuadras del ganado comunal (las boyerizas).

           Recuerdo también que, entre el pabellón nº 1 y la capilla, había un socavón producido por el derrumbe de un pozo. Tenía forma de tronco de cono invertido. Lo utilizábamos como una pista circular inclinada por la que corríamos dando vueltas. D. Santiago no nos decía nada. Cierto día, al llegar a la escuela, vimos que, en la parte mas baja, se había abierto un agujero. D. Santiago nos prohibió dar vueltas. Aquel pozo se llamaba “ La Bomba”. Al principio no sabía cual había sido su utilidad, con el tiempo me di cuenta que en el citado pozo estaba el motor ( La Bomba) que mandaba agua a todo el Edificio Central. Pienso que la instalación debió ser muy deficiente ya que en los años 50 no funcionaba nada. Dicho pozo sería tapiado con parte de los escombros producidos cuando, desgraciadamente, fue derribado el Pabellón nº1.

 

 

 

 

Nota.- Si alguien considera oportuno añadir o quitar algo de esta crónica, me lo comunica y , si procede, muy gustoso lo añadiré o eliminaré. Gracias

 

 

 

  

TRAVESURAS

(Por José Luis López  amigo)

 


 

    En nuestro pueblo era costumbre que cuando una persona se iba a casar, hiciese el novio, a veces el padre, si éste no vivía allí, una invitación de  despedida a la juventud en el bar o    bares de su barrio . Normalmente se invitaba a tomar cerveza o vino con gaseosa en jarras que iban circulando de  boca en boca. A su vez se acompañaban con galletas de coco o pastas cuando las había, para acompañar a la bebida. Las celebraciones, casi siempre acababan con alguno o algunos con mas alcohol del debido en el cuerpo y conllevaban acabar con cantarenas y gran algarabía, teniendo a veces que llevar a alguno a casa por no poder  hacerlo por sus propios medios.

    En el caso de que algún novio, no hiciera esta celebración, a la que se denominaba” pagar el piso”, las consecuencias solían ser que algún día amaneciera un reguero de paja o de hierba seca desde  el domicilio del casadero, hasta la iglesia, con el consiguiente cachondeo, jolgorio y comentarios que duraban un tiempo, por ser lo mas noticiable. Lógicamente el dueño de la paja o de la hierba solía ser de la familia del novio/a, por lo que no “convenía” desacatar esa norma no escrita, por la pérdida material y el trabajo de recoger la “siembra”, además del escarnio que ello suponía.

   En las Navidades de 1973, una persona ya fallecida, que en aquellos tiempos había emigrado a Suiza, decidió casarse, pero no pagó el piso, cuando era de los asiduos asistentes a estas celebraciones. Esto no sentó  bien a la juventud de entonces y como no tenía hierba ni paja para echar el rastro, decidieron hacer laguna trastada. Lo primero que se pensó fue tirarle el carro de las vacas, que tenía en una casa antigua, a un pozo suyo al lado de su casa. Finalmente se decidió colgar el carro de un negrillo. Era una noche fresca de cielo raso y luna llena con nubes que se movían, con lo que tan pronto se veía claramente, como te quedabas en penumbra. Para sacar el carro que como es sabido tenía las llantas de hierro, se decidió ponerle unos sacos de los usados para hacer los fardos ( angeos) del tabaco en las ruedas y que no sonase al moverse pues la calle no estaba  entonces asfaltada y el ruido iba despertar al vecindario.

 En el trayecto hasta el negrillo se cayeron los sacos ( angeos) y el ruido se hizo notar tanto que un vecino ( Alija) se levantó en calzoncillos y se puso a mirar, pero no vio nada, echándole la culpa del ruido a su perra ( Chuli se llamaba ésta).

   Una vez llegado al árbol, se vio que subir el carro completo era tarea casi imposible porque el peso y las cañas que entorpecía la tarea, se decidió subir el carro por un lado y una rueda a cada lado en sendos negrillos, cual la crucifixión de Jesucristo y los dos ladrones. Ni que decir tiene que la tarea fue trabajosa y no exenta de anécdotas. Así cuando el cabezón estaba arriba, uno subió para atarlo y desde arriba daba instrucciones de que se sujetase bien, pero de repente se pone a mear sobre los que,  con los hombros, sujetaban el peso del carro.

   A  su vez, a la hora de colgar las ruedas, cuando ya estaban listas para atarlas, empezaban las risas y las ruedas se caían al suelo. Uno de los partícipes se cabreaba y decía que él se iba porque los dos mas jóvenes que eran los que los sujetaban, con la risa dejaban caerlas. A medio camino hacia su casa le decían “ Fulano, vuelve porque tú vas a pagar las culpas, así que al menos hazlas”. Enfadado se daba la vuelta diciendo “ es verdad, voy a ser el primer culpable, así que al menos que sea por algo”.

   Esto se repitió varias veces, hasta que se terminó de dejar las ruedas también colgadas. Ya eran alrededor de las 2 de la madrugada. Al día siguiente la Guardia Civil,  a la que se había dado parte por la familia, se presentó en las casas de algún mozo sospechoso para preguntar al respecto y para que se bajara el carro. A mi casa no fueron, pero mi padre me dijo” no sé si tu has sido uno de ellos, pero si fuiste no lo bajes,  que si hay que pagarlo, se paga.

   La crucifixión duró un tiempo, con lo que dio lugar a chascarrillos y bromas al respecto.


DOCUMENTO INÉDITO

Inicios de la carretera a Cacabelos

Por Antonio Sernández López

     Para llegar a Cacabelos, desde Carracedo, había tres caminos, uno bueno, otro malo y un tercero mejor que los otros dos. Los únicos vehículo, que los transitaban, aparte de personas, caballerías y alguna bicicleta, eran carros tirados por vacas. Todavía no los había de caballos. Los carros los hacía el tío Eduardo de San Juan. El primero era el mas recto coincide, en casi todos los tramos, con la actual carretera. El segundo, verdadera rodera llena de agua muchas veces, salía de San Juan, junto a la capilla, y llegaba a Cacabelos, pasando por San Martín. El tercero era el mejor, pero mas largo, el de Las Chas, camino nuevo, con piedra picada, realizado por  Colonización a principios del siglo XX. Los tres, actualmente, están alquitranados y, aparte de utilizarse para todo tipo de vehículos, son verdaderos paseos, tanto para los vecinos de Carracedo como Cacabelos

     Todo este cambio empezó a efectuarse el 11 de enero de 1948. A continuación presento un documento que los demuestra

     Creo que en el año 1951 o 1952 ya se realizó la carretera a Cacabelos con mas perfección. Se abrió una zanja, se rellenó de piedra, que era transportada, por unos burros, desde el río o desde terrenos pedregosos, en unos serones. Recuerdo, cuando iba a la escuela, ver a los picapedreros con gafas, botas y un pequeño mazo colocado al final de un largo mango machacando la piedra. Una apisonadora, a vapor, la prensaba contra el suelo. La piedra era tapada con tierra que volvía a ser pisada. Se hicieron también alcantarillas, alguna existe todavía. Terminada la obra quedó como mantenedor Domingo García, el enterrador.

   

  

 


 PEQUEÑA  HISTORIA DEL MONASTERIO DE CARRACEDO

artículo abierto

( por Antonio Sernández López) 

    La localidad de Carracedo aparece, por primera vez, en la documentación medieval en 957 cuando un ciudadano, llamado Suniliano, posible ascendiente de la familia Bermudo, hace donación de su propiedad en una villa de Carracedo a su hijo, presbítero. Posiblemente Bermudo II había pasado en Carracedo casi toda su juventu

   Los orígenes del Monasterio se remontan  al año 990, cuando el Rey Bermudo II dona una finca para acoger a los monjes que huían del moro Almanzor. De aquel primitivo monasterio, San Salvador, no se conserva nada. Bermudo II murió en Villabuena( León) en el 999. Su cadáver descansó en Carracedo y, al poco tiempo, seguramente en contra de su voluntad, fue trasladado a San Isidoro ( León), donde descansa.

    En la primera década del siglo XI el monasterio fue semidestruido por las tropas árabes, los agarenos, de Almanzor. Este ya había muerto en el 2002. Unos dicen que murió en Medinaceli de muerte natural. Otros confirman que murió en la batalla de   Calatañazor.

    Desde la muerte de Bermudo II, en 999, hasta el reinado del Emperador Alfonso VII (1126-1157), los reyes siguientes ( Alfonso V, Bermudo III, Fernando I, Alfonso VI y Dª Urraca) no se preocuparon nada del monumento. Los monjes ,benedictinos, aunque malvivieron en el monasterio, nunca lo abandonaron.

    En el siglo XII, año 1138, reinando en León Alfonso VII, Dª Sancha, su hermana, que era una especie de gobernadora en el Bierzo y muy querida en la zona, dio un gran impulso al monasterio, restaurándolo completamente, estilo románico, y cediéndolo al Abad Florencio y a los monjes que ocupaban el cenobio de Santa Mª de Valverde, en Corullón.

    A principios del siglo XIII, la congregación, que ocupaba el monasterio, ingresó en el Orden del Císter. El hábito negro de los benedictinos sería sustituido  por el hábito blanco de los cistercienses. También se cambió el nombre de San Salvador por el de Santa María de Carracedo.

   Me imagino una edificación preciosa, estilo románico, en la que destacarían: el Claustro Reglar, La Sala Capitular el Archivo, Antecáma, Cocina y Mirador de la Reina,   Pasaje, Locutorio y, sobre todo, la Iglesia (de la que todavía se conserva la parte oeste de la misma


Sala Capitular

   Se puede asegurar que el Monasterio tuvo su máximo esplendor desde comienzos del siglo XIII hasta la segunda mitad del siglo XIV. Carracedo se había convertido  en cabeza de una congregación de numerosas filiales en León, Galicia, Asturias y Zamora


Mirador de la Reina

    La vida del Monasterio prosigue fructífera hasta el último tercio del siglo XIV que empezará su decadencia. Varias crisis sacuden la cristiandad y afectan a la administración de Carracedo. El Cisma de Occidente (1378-1417) al nombrarse dos abades, cada uno seguidor de  uno de los dos papas ( Gregorio VII y el papa Luna Benedicto XIII) enfrentados. Posteriormente los abades laicos (comendatarios) arruinan las riquezas del monasterio, al preocuparse mas  de hacerse ricos, que de otra cosa

    Hacia primeros del siglo XVI, desaparecidos los abades laicos, el monasterio vuelve a reflotar al seguir la observancia mas estricta de la regla de San Bernardo. En este siglo se reformará, con estilo gótico, el Claustro Reglar. También se construyeron las salas de invierno del Abad, Refectorio, la biblioteca y otras dependencias anejas. La Iglesia permanecería en perfecto estado de conservación

El Refectorio

    En el siglo XVII, el monasterio sigue creciendo con la construcción de dos nuevos claustros: el de la Hospedería, situado al oeste del Claustro Reglar y el de Novicios situado al este del convento. Se construyeron también: La escalera de La Naranja, que sube a las dependencias del Monje Cillero, la bodega, situada entre el Claustro Reglar y la Hospedería, el lagar, situado al oeste del Claustro de la Hospedería.

    A finales del siglo XVIII, concretamente en el año 1796, deciden destruir la mayor parte de la iglesia del XII y construir una iglesia neoclásica de enormes dimensiones. Actualmente es la iglesia parroquial. Posiblemente la primera iglesia ya estaría muy deteriorada o se había quedado pequeña. No se le encuentra otra explicación

    A principios del siglo XIX, las tropas francesas, durante la Guerra de la Independencia, arrasan el Monasterio y montan un campamento. Queman los archivos y la biblioteca. Saquean el lugar, asesinan parte de los monjes y, lo hacen también, con vecinos del pueblo. A partir de entonces el Monasterio, poco a poco, se fue autodestruyendo

    En 1835 con la Desamortización de Mendizabal, cuando reinaba Isabel II, la expulsión de los monjes y la venta a particulares de las parcelas  aledañas, el Monasterio se fue hundiendo en la miseria. El Monasterio se convierte en la cantera del pueblo. En la mayoría de las casas viejas del pueblo aparecen piedras del mismo. Tres familias del pueblo ocuparon la parte interior del  monumento. La tía Lucia y el tío Pedro  ocuparon la parte superior de  la bodega y la cocina. La tía Emilia y el tío Daniel, junto con Nieves y Alberto, ocuparon el refectorio. En la parte exterior del recinto Manolito ocuparía la casa de la botica. Los tres claustros, los ocuparon las tres familias que habitaban las viviendas del interior, convirtiéndolos en tres parcelas agrícolas. Tres grandes fincas: la del convento, la Cortiña Redonda y la Larga pasaron a poder de: La del convento al Conde de Peñarramiro de Villafranca. La Cortiña Redonda y Larga creo que a dos gallegos, cuyos nombres desconozco. 

    En el año 1928, el Monasterio fue declarado Monumento Nacional y, a partir de esa fecha, el Monasterio, muy despacio, empezó a recuperarse. En los años 50 del siglo pasado se inició una pequeña restauración con la reparación  del tejado de la Cocina de la Reina. A principios de los años 90, la Diputación dio un gran impulso a la obra, expropiando lo ocupado, con un desescombro total, reparando varias dependencias y repasando todas las cubiertas. El Claustro Reglar, la entrada de la Iglesia y la parte que rodea al cubo se adoquinaron  de pizarra. En la actualidad , mayo del 2022, nuevamente la Diputación, está procediendo a  consolidar y limpiar todo el monumento.

    En la actualidad es una visita obligada y muy atractiva para todo aquel que pase por el Bierzo. Aprovechará también para visitar el Museo Etnográfico “ El Varal”, a sólo 300 m del Monasterio.

 

 

 

 

 

 

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